domingo, 4 de diciembre de 2011

Textos narrativos



Narrar es contar una serie de hechos o acontecimientos sucedidos o inventados en un lugar y en un tiempo por una serie de personajes, desde una situación inicial a otra final. 

La narración es el prototexto por excelencia. Es el que más nos acompaña y necesitamos a lo largo de nuestra vida. Desde que nacemos nos vamos acostumbrando a que nos cuenten el mundo, desde las narraciones infantiles y maravillosas a los relatos familiares. Cuando somos adolescentes necesitamos narrar de forma creíble las excusas que nos aliviarán los castigos. Toda excusa tiene una estructura narrativa. Relacionarse y estrechar lazos requiere tener habilidades narrativas para interesar a nuestro entorno sobre lo que hacemos: las películas que vemos, los libros que leemos, los viajes que realizamos,… Durante el proceso de enamoramiento contamos y nos contamos (expectativas y hechos) lo que nos pasa. Necesitamos integrar narrativamente nuestras alegrías y nuestras penas para dar sentido a nuestra existencia. Fundar una familia es en gran medida un ejercicio narrativo en el que hay que recuperar o inventar la memoria de un clan. Cuando, ya mayores, llega el tiempo en el que vivir es recordar, desde que amanecemos nos narramos lo que hemos sido y lo que pudimos ser; los recuerdos, a veces trampas de la memoria que vuelven a pasar por nuestro corazón, se organizan con la estructura de planteamiento, nudo y desenlace. Incluso las religiones que inventamos para consolarnos son elocuentes narraciones, ficciones reales con protagonistas, antagonistas, fidelidades y traiciones.

Lo esencial en una narración no es tanto la historia que se nos cuente, las habilidades o atributos del personaje protagonista o el fantástico lugar en el que se desarrollen los hechos, como la voz y el punto de vista, el lugar desde el que parte el relato. Una historia interesante por su novedad, dinamismo y potencialidades de intriga, puede resultar claramente ineficaz si no hemos elegido la perspectiva narrativa adecuada. Incluso, a veces, convendrá echar mano de otras voces que hagan más verosímil el relato: omnisciencia, narrador protagonista, diálogo objetivo, monólogo interior.

Si en cualquier tipo de texto hay que tener en cuenta a “quien nos vaya a leer”, en una narración es imprescindible atraer su atención desde el principio. Hay que buscar una lógica en el orden de los hechos que se relatan. La sucesión de acontecimientos tiene que ocurrir de tal modo, ni banal ni rutinario, que satisfaga la exigencia racional y la curiosidad humana. Ni hay que aburrir con lo que se podría sobreentender ni abrumar con omisiones que impiden seguir el hilo de la historia. Hay que decir lo justo para mantener el interés. Las descripciones, necesarias para presentar a los personajes y montar el decorado narrativo, no convienen largas ni complicadas. No deben dar ganas de saltárselas.



Elementos narrativos:
  • Instancia narradora y punto de vista
Quien narra relata la historia, presenta a los personajes y los sitúa en un lugar concreto y en un tiempo determinado. El tipo de narrador tiene que ver con la persona gramatical desde la que se cuenta la historia (el/ella, yo, tú) y el conocimiento que tiene de los hechos.:
    • 3ª persona:
      • Omnisciente: lo sabe todo, incluso los pensamientos, angustias y anhelos de los personajes. Quien narra juzga, aprueba, cuestiona a sus personajes. Es más distante y racional.
      • Objetivo: narra lo que se puede ver y oír.
      • Testimonial: es una voz anónima pero adopta el punto de vista de un personaje.
    • 1ª persona:
      • Protagonista: esta perspectiva es más próxima, emotiva y convincente, pero también puede resultar sesgada y sensiblera.
      • Testigo: suele tratar admiración y deferencia al personaje protagonista.
    • 2ª persona:
      • Es un procedimiento raramente empleado. Suele ser una voz reflexiva en la que quien narra habla del personaje como si se dirigiera a él. Acostumbra a mostrar un tono de confesión, acusación, reproche,… como si la conciencia estuviera juzgando los hechos.
  • Estilo o discurso
    • Directo: reproduce textualmente el habla de los personajes.
    • Indirecto: quien narra informa de lo que hacen o dicen los personajes.
    • Monólogo interior: técnica para representar los pensamientos más cercanos al inconsciente, tal como dichos o pensamientos que brotan a la conciencia. También se incluye aquí el denominado fluir de conciencia, cercano a la escritura automática de los surrealistas.
  • Personajes
Fundamentales en todas las narraciones, pues son quienes realizan las acciones. A veces, el propio ambiente (como sucede en la novela realista) será  el principal elemento o el personaje más destacado, pero siempre se necesitarán personajes que impliquen modos humanos de actuación.
Podemos distinguir tipos según criterios distintos:
    • Si tomamos en cuenta la importancia para el desarrollo de la acción podremos diferenciar:
      • Protagonista: lleva el peso de la historia.
      • Antagonista: se opone en intereses al primero.
      • Secundario: auxilia al protagonista.
    • Si tomamos en cuenta su entidad o caracterización:
      • Planos: poseen una propiedad o cualidad básica, general e inmutable que los define a lo largo de la historia, es decir, no se transforman. Es el caso de los héroes clásicos de las epopeyas o cantares de gesta.
      • Redondos: son problemáticos, contradictorios, modifican su actuación según los avatares en los que se ven involucrados. Muchos de los personajes de las narraciones contemporáneas pertenecerían a este tipo.
La caracterización de los personajes se realiza de diversos modos:
    • Mediante el nombre que puede ser convencional (Pepe el Romano), identificador(Doña Perfecta) o simbólico (El Buscador)
    • Según lo que el personaje dice o hace.
    • Mediante las relaciones que establece en la narración.
    • Mediante lo que un personaje narra o describe de sí mismo o de otro.

  • Desarrollo de la acción
    • El esquema mínimo de una secuencia textual narrativa consiste en una acción desarrollada por un personaje en un tiempo y un lugar, que se complica y se resuelve. Normalmente, con una situación inicial y  otra final. No obstante, hay micronarraciones como el archifamoso El Dinosaurio de Augusto Monterroso (“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.) que, precisamente por su brevedad, juegan con la indefinición y la búsqueda de sentido cuando leemos (¿Quién despertó?, ¿Dónde? ¿Es literal el dinosaurio o metafórico?). Siempre estamos realizando inferencias para rellenar los huecos de sentido con los que nos encontramos. Somos animales simbólicos que necesitamos vivir en la ficción de creer que ordenamos el caos.
    • Las narraciones avanzan mediante el desarrollo estructurado de una serie de acciones. Las principales, en las que se sustenta la trama, se denominan cardinales; las secundarias, que suelen incluir descripciones, valoraciones del narrador, diálogos,…, se designan catálisis, según la narratología francesa. En la narración, importan más los hechos fundamentales que los detalles. Las acciones dotan de dinamismo al texto; los detalles descriptivos y valorativos remansan y lentifican.
    • La estructura básica narrativa se organiza en:
      • Planteamiento:
        • Introducción en que se plantean y sitúan los elementos relevantes de la historia: espacio, tiempo, personajes, acciones,…
      • Nudo:
        • Es el nudo climático en el que la historia sufre su mayor grado de complicación. Sin problemas, la historia pierde interés.
      • Desenlace:
        • La historia se orienta y resuelve de manera conclusiva y cerrada o abierta y prospectiva.
      • Evaluación final:
        • Toda narración incluye una orientación evaluativa, pero en algunas, se produce también una explícita valoración final del sentido de la historia como sucede, por ejemplo, en los apólogos medievales y las fábulas con las moralejas.
  • Tiempo
    • En una narración, los hechos se suelen expresar en pasado, aunque también se utiliza la narración simultánea en presente para acercar al tiempo de la lectura los hechos. Incluso se da la narración predictiva en futuro cuando se quieren anticipar los acontecimientos en el caso de las premoniciones y predicciones.
    • El tiempo narrativo por excelencia es el pretérito indefinido o pretérito perfecto simple (anduvo, consiguió, llegó,…). El pretérito imperfecto, que expresa acción inacabada en el pasado, es caracterizado como un tiempo relativo que toma su valor del contraste con el perfecto simple. Es propio de las situaciones iniciales (Érase una vez…) y adecuado también para la descripción de acciones (Todos los días, laborables o festivos, se levantaba a las ocho.) En ocasiones, por ejemplo en los Cantares de Gesta, tiene el valor del pretérito perfecto simple (El héroe vencía a los enemigos aquel aciago día.)
    • El pretérito pluscuamperfecto expresa una acción pasada anterior a otra también pasada. Por eso, se considera un tiempo retrospectivo.
    • El presente, gnómico o histórico, actualiza acciones pasadas para darles una mayor fuerza y viveza, ya que ralentiza y acerca emocionalmente lo narrado. Sus efectos narrativos se puede apreciar en el poema  Un terrorista: él observa de la premio Nobel polaca Wislawa Szymborska.
    • El futuro (La bomba explotará en el bar a las trece veinte) tiene un carácter predictivo y augurador que desasosiega. Deseamos conocer el futuro, pero nos aterran las certezas.
    • El tiempo de la historia se transforma en el tiempo del discurso. Hay que tener en cuenta las alteraciones que afectan al orden y la duración de los hechos.
    • Orden:
      • Lineal o cronológico: se cuenta la historia en el mismo orden en el que sucedió
      • In media res: el relato comienza hacia la mitad de la historia para luego retraerse hacia el origen.
      • In extrema res: el relato de la historia se comienza desde el final de la misma.
Las alteraciones principales del tiempo de la historia tienen que ver fundamentalmente con:
      • Prolepsis o anticipaciones
      • Analepsis o retrocesos
      • Contrapunto: los hechos se distribuyen en secuencias que discurren paralelamente y al mismo tiempo aunque el discurso verbal es sucesivo.
    • Duración:
Tiene que ver con el ritmo del relato. Este puede ser rápido o lento, dependiendo de si la duración del discurso es mayor o menor que la de los hechos.
      • Escenas: conjugan la duración de la historia con la duración del discurso puesto que en ella asistimos al diálogo de los personajes.
      • Episodios: articulan la trama y presentan la intriga hasta llegar al desenlace.
    • Frecuencia: se refiere al número de veces que un acontecimiento es mencionado. Caben tres posibilidades básicas con sus distintos efectos narrativos:
      • Se cuentan los hechos tantas veces como hayan sucedido, una o varias. Esta es la fórmula más básica de la narración que Genette denomina relato singulativo.
      • En el relato iterativo se mencionan una vez acontecimientos que se han producido varias veces en la historia (Durante el verano, se levantaba temprano para recibir la mañana con los pies en la orilla.).Tiene una clara función sintética y caracterizadora.
      • El relato repetitivo narra muchas veces un hecho sucedido una sola vez en la historia. Este tipo de relato muestra la obsesión por un tema que ha sido o es determinante en el devenir de un personaje.
  • Espacio
    • Se refiere a los lugares en los que se desarrolla la acción, tal como son percibidos por el narrador o los personajes. El espacio en muchas ocasiones determina el tipo de acción. Una acción realista se situaría preferentemente en ambientes domésticos; una ficción fantástica preferiría vastos paisajes. Podemos distinguir, emparejados la mayoría, los siguientes tipos:
      • Exterior(plaza, calle)/interior(casa, dormitorio)
      • Público(teatro, parque)/privado(finca, terraza)
      • Rural(pueblo, aldea)/urbano(metrópoli, hipermercado)
      • Diurno(hospital, comercio)/nocturno(desfiladero, cementerio)
      • Histórico(castillo, convento, hotel)/contemporáneo(estadio, estudio, local comercial)
      • Realista(escalera, pueblo, aeropuerto)/fantástico(valle idílico, bosque encantado)
      • Simbólico: todo espacio tiene, en mayor o menor medida, un carácter connotativo y simbólico, marcado por los usos social y culturalmente establecidos. Así, un faro o una isla simbolizan soledad; un sotano o un acantaliado, abismo interior; una cúspide o una azotea, poder; los espacios circulares como un circuito de carreras o unas ruinas borgianas, obsesión.
  • Tema
    • Aunque la diversidad de temas que se pueden abordar en textos narrativos (breves o extensos, en prosa o en verso) es amplísima, la tradición, la costumbre humana de narrar, ha privilegiado y tipificado una serie de ellos, lo que muestra cuáles son nuestras principales obsesiones:
      • El viaje que supone una partida del lugar de origen, un alejamiento, una búsqueda más o menos consciente, una transformación del personaje principal, un hallazgo y un regreso victorioso o desalentado. En la mayoría de las ocasiones, todo viaje físico es el trasunto de un viaje interior (el camino vital) hacia las profundidades personales en busca de la propia identidad (Quijote). Uno de los principales motivos para partir y buscar es, inevitablemente, el amor (El amor en los tiempos del cólera); otro fundamental, el poder(Los pilares de la tierra); y cómo no, la humana aspiración de ampliar las posibilidades y conocer otras realidades (la novela de aventuras). También cabe el viaje como huida del hambre (El Lazarillo de Tormes), de una culpa (El extranjero), de un pasado (El nombre de la rosa).
Nuestra condición contemporánea de turistas (abundan menos los viajeros y las viajeras), responde a esta necesidad humana de viajar exterior e interiormente. Deseamos huir para conocer y conocernos. La sucesión de fotografías y fragmentos de vídeo que acumulamos al final de cada viaje formará la narración de nuestra singladura. Sólo que, como nuestros viajes son cada vez menos transformadores, los regresos no forman casi parte de la narración.
      • El descenso, la caída que puebla nuestros sueños, más si cabe en tiempos de crisis. Tema ancestral de carácter mítico, religioso y asociado también a lo misterioso. A veces, tras la caída vendrá el ascenso y quizá un descenso mayor. La caída del héroe (o del superhéroe que puebla el cine actual) mostrará su humanidad y su fortaleza para recuperarse.
      • La lucha por sobrevivir (La busca, Tiempo de silencio), propia de tiempos y latitudes desgraciados; también por superar(se), como sucede en las crónicas deportivas con quienes destacan en una competición : olimpiadas, mundial,…
      • Los orígenes de los que necesitamos alejarnos para posteriormente asumir la pertenencia. Como cuando hemos vivido lejos de donde crecimos y al cabo del tiempo volvemos con nuestros recuerdos que ya no coinciden con el paisaje y el paisanaje actual. No están los árboles que nos dieron sombra y los cuerpos son mucho más altos que los que recordamos. Por eso, como dice Amin Malouf, mejor hablar de orígenes que de raíces.
      • La pérdida que desencadena acciones tormentosas o indolentes. Parafraseando a Rosa Montero, nuestra vida es un proceso de pérdidas: perdemos los dientes, el pelo, las llaves, las ganas, los amores, los amigos, los seres queridos, la ilusión,…
      • El hastío, ya desde el siglo pasado, es un mal de nuestra civilización. Ha sido denominado de muy diversas formas: spleen, tedio, aburrimiento,…Todas ellas muestran el envés de la opulencia. Nada nos satisface; ansiamos un después que nos eleve.

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