martes, 28 de mayo de 2013

Profesa: déjate llevar

Profesar es ejercer una ciencia, oficio, arte...También enseñarlo con inclinación y continuidad. Incluso creer y obligarse a creer, no solo ni necesariamente en una doctrina, sino, para mi gusto, mejor en un afecto sentido, inclinado y perseverante.

Y todo camino porfiado comienza por unos primeros pasos en los que hay que dejarse llevar, godeo a godeo... hasta llegar al regodeo.


Por qué acre pudiendo alacre

Aclarémonos. Estamos hablando de alegría y presteza del ánimo para hacer algo. Cualidad básica de quien emprende y sostiene el empeño a pesar de las malaventuras o de los infortunios. Lo veo en mis alumnos y en mis compañeros. Mejor dicho, (fuera sexieufemismos), en mis alumnas y en mis compañeras. Afortunadamente, no es rasgo que singularice una determinada edad. Hay jóvenes displicentes que se inician en la profesión como si el mundo necesitara su espíritu quejoso y mayores vivaces que, con sus cotidianos gestos de celebración de la vida, alimentan las ganas de quienes les acompañan en su aventura. Será más bien cuestión de carácter e itinerario. Lo cual no obsta para que sigamos encontrando ejemplos que alimenten los tópicos (haberlas hailas) de la joven animosa y la mayor huraña; de la ingenua lozana y la experta desengañada. O el perito en acrimonias que decide extender sus asperezas por el ancho mundo. Por eso, sin duda, mejor alacre.